Para una publicación del Municipio me solicitaron un escrito sobre este tema, claro que yo podía escoger la temporalidad sobre los juegos, pero no habiendo yo localizado fuentes de información más antiguas, me avoqué a entrevistar a algunas personas sobre cuáles eran los juegos y juguetes en su infancia. Es de destacar que todos los entrevistados me platicaron de muchos más asuntos, también muy interesantes y que, en el momento, apropiado, compartiremos en este espacio.
El juego está presente en el desarrollo del individuo desde sus primeros pasos, "los psicólogos le reconocen un papel capital en la historia de la afirmación de sí en el niño y en la formación de su carácter"(1) . Además, el juego es común a todas las culturas en todas las épocas, "la cultura, en sus fases primarias, se desarrolla en las formas y con el ánimo de un juego"(2) . Siendo así no cabría imaginar una excepción ni en nuestro país, ni en nuestro municipio. Como no existen fuentes documentales que nos digan a qué jugaban los niños del posclásico tardío ni del clásico temprano en la cuenca del río Laja, nos remitimos a rememorar a qué jugaban los niños y las niñas a mediados del siglo XX en Comonfort. Conviene recordar que en los años cuarenta este no era un pueblo de economía especialmente boyante, por lo que los juguetes no eran el protagonista principal del juego. Acudí a platicar con tres añejos chamacuerenses, que amablemente desplegaron el brillo de su memoria, para permitirnos, mediante sucintos relatos, caminar por el chamacuero de aquel entonces y conocer a los pequeños que lo habitaban. Claro, se requiere una imaginación prodigiosa, más o menos la de cualquier infante.
"A los niños de esos años les compraban carritos, o camioncitos de madera; troquitas, también había de lámina; eran los que más se usaban. A las niñas les compraban muñecas de trapo, muy bonitas, y en Neutla las de cartón, en la fiesta de Julio. A mí no me compraron muñecas, lo que sí me compraba mi mamá era una especie de carteritas, de un material parecido al plástico con el que ahora tejen algunas sillas, de esas sillas como de alambrón. Jugábamos que a la Rueda, rueda de San Miguel, que a La víbora de la mar, y otros juegos parecidos, se jugaba que a aventar las cebollas: se sentaba una fila de niñas y la primera debía sacar la cebolla y uno la pepenaba hasta que las sacaba. También se usaban los patines, de fierro, que se sujetaban a los pies, Me acuerdo que en el año 39 mi hermano se accidentó, se colgó de un camión con los patines y luego se fue de mosca en el camión. Después de eso nunca hubo patines en la casa y a la fecha no los hay. Los niños a veces se juntaban con nosotras a jugar a la Rueda rueda de San Miguel y otros juegos.
Por aquí adelante, en la calle Allende, pasando las cuatro esquinas, íbamos a ver los títeres, pagábamos nuestra entrada. La señora de la casa era doña Sabina. Había unas sillitas y ahí nos sentábamos a ver los títeres, muy emocionante. Íbamos los de esta misma calle, no sé quién los operaría, pero yo los disfrutaba mucho. Cuando vuelvo a ver títeres recuerdo aquellas funciones. Otra cosa que nos gustaba era jugar a la riata, era un mecate común, no había de plástico como ahora, y era un mecate que se usaba para otra cosa, pero lo usábamos para brincar y para hacer columpios también, amarrábamos una tablita y lo colgábamos de la rama idónea de algún mezquite".
(Srta. Ma. Antonia Paloblanco)
"En aquel tiempo los Santos Reyes no traían nada, pero las canicas no fallaban, iba uno con su puñito, pero había que guardar los mejores tiritos, esos los ponía uno aparte del montón, se quedaban en la bolsa. También éramos buenos para el trompo, cada quien tenía el suyo y solo o con los amiguillos lo ponía a bailar, en la tierra, en donde fuera. También el balero nos gustaba, había como temporadas, ratos en que andaba uno y se hacía bueno con el balero, es difícil y si es grandote si pega. También jugábamos a la cuarta, el otro lanzaba su moneda y uno la suya, después, si quedaba a menos de una cuarta se quedaba uno con la moneda del otro, pero si no el otro se la embolsaba, también se jugaba la cuarta, pero de retache contra la pared.
Sí llegué a tener algún carrito de madera, quien me iba a decir que me pasaría cincuenta y dos años manejando un carrito. Pero ya de niño le entraba a la música, le dábamos a la música con los trastes de la cocina. Tenía mi grupo con mi hermano Vicente, y le sonábamos como platillos con las tapas de peltre de las ollas. Cuando hacía calor y no había creciente se metía uno al río a nadar, a mojarse un rato, en la orillita o en los remansos que se hacían un agua clarita como de manantial."
(Sr.José "Quintiliano" Prado)
"Los niños jugaban a las canicas y a los trompos, las niñas a las muñecas, que eran de trapo y las de cartón eran de Neutla. Las de trapo las hacia una señora que vivía a la subida del Calvario, se llamaba Reyna. Les ponía sus cabellos con hilos de media y les hacía sus vestidos, quedaban muy bonitas. Cuando en la fiesta de Neutla llegaba a llover, en julio, era un lloradero de las chiquillas, porque sus muñecas se les despintaban, y de algún modo también lloraban. También en la fiesta de Neutla vendían cascos (chacos) y espadas de cartón para los niños.
Había algo más especial: las muñecas de sololoy, no es plástico es un material que así se llamaba y se hacían muñecos muy reales, parecían niños de verdad. Es un material duro y durable.
Los niños que tenían más centavos tenían patín del diablo, y ya mayorcitos patines, pero el patín del diablo y los patines también los usábamos las niñas.
Jugábamos mucho a La Víbora Víbora de la mar, doña Blanca, a los encantados: Que... ¡aquí estas encantado! y no se debía mover, se quedaba fijo, eran muy divertidos aquellos juegos y cantábamos y corríamos. Yo recuerdo que andábamos en el jardín, nos subíamos a las bancas, brincábamos, corríamos, también íbamos a los columpios que estaban en la escuela Taboada, en la antigua. Pero de mis amigas de aquí del centro ya se han muerto catorce, me quedaba mi Amiga Lolita que vivía en Estados Unidos y me visitaba, pero ya también falleció.
Jugábamos a la riata, se ponía una niña de cada lado y uno brincaba. Podía pasar mucho tiempo ¿Cómo no nos cansábamos?"
(Sra. Celia Macías)
"Cuando yo era niña jugábamos, a la Víbora de la mar, a doña Blanca, al Cielito; el cielito se jugaba dibujando unos cuadros en el piso, en la tierra, y saltaba uno con un pie en donde había un cuadrito, y cayendo con los dos en donde había dos, al final estaba el cielito que se dibujaba con un medio círculo. También los niños jugaban a doña Blanca, a los encantados, luego ya cuando estaban más grandecillos no querían jugar. Las muñecas más usadas eran las de cartón, eran las más baratas, después las de tela, que tenían sus vestidos con otra tela diferente. Era muy tranquilo todo en esos tiempos, podía uno salir a la calle, andar en la calle sin ninguna preocupación, a mí no me dejaban andar jugando con los demás, pero me escapaba cuando podía y jugaba. En ese entonces los dulces, las golosinas eran para el día de reyes o en las posadas, no de todos los días. Y las cosas que comíamos eran todas naturales, yo creo que la gente duraba más por eso mismo"
(Sra. Ma. Del Carmen Delgado Flores)
Como puede apreciarse en estos testimonios, las muñecas de cartón son tradicionales no sólo en Neutla, sino desde Neutla, para las niñas del municipio durante muchos años. Quizá ya no despierten en las niñas las mismas ilusiones, pero siguen fabricándose y estando presentes. Un dato que causa sorpresa es que en aquellos años ya se usaran los patines, podría creerse que son mucho más recientes. También puede parecerle a lectores más jóvenes que los chamacuerenses que nos brindaron su testimonio, jugaban a los mismos juegos que ellos; así es, con toda certeza, los juegos enumerados no sólo se jugaron muchos años más, sino que algunos de ellos se habrán jugado en este pueblo, varias décadas antes. Pero en este momento, los testimonios nos dan certeza nada más de la década de los treintas y cuarentas, porque provienen de personas en sus ochenta y tantos. Del mismo modo habrá muchos más juegos y juguetes que no jugaron o no recordaron quienes brindaron estos testimonios, pero lo enumerado nos da un panorama bastante interesante. Pero si usted, amable lector, quiere recordarnos algún juego o juguete, no tiene más que mandarnos un correo a esta dirección davidmanuelcarracedo@prodigy.net.mx y nos comprometemos a investigar y a documentar dicho juego o juguete y añadirlo a este u otro artículo.
Sin embargo, casi todos estos juegos no son parte de la recreación de los niños actualmente. Por ello cobran un valor especial, no sólo por la nostalgia y el valor cultural que tenían, sino por la forma en que contribuían al desarrollo físico, emocional y social de los infantes.
(1) Callois, Roger, Los Juegos y Los Hombres, la máscara y el vértigo, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1986, pág. 17.
(2) Huizinga, Johan, Homo Ludens, Ed. Alianza Emecé, Madrid, 1972, pág. 67.